Lucifer, Satán, Satanás, Luzbel… y la lista de nombres para referirse al ángel caído más popular sigue. Pero, si como menciona la Biblia, la Creación de Dios era «muy buena»: ¿cómo nació este demonio? La respuesta yace en la historia de Lucifer.
La creación de Lucifer
La Biblia no ahonda en los orígenes demoníacos. No obstante, dado que la Creación divina era «muy buena» y la naturaleza de Dios es la esencia del bien, se deduce que Dios no creó a los demonios. Pero sí a los ángeles que celebraban el resto de la Creación divina. Menos uno: Lucifer.
En Ezequiel, se lo describe como «el sello de la perfección, colmado de sabiduría y perfecto en belleza». Se le había asignado la misión especial de servirle como ministro y cubrir Su gloria con música.
Lucifer era una «orquesta caminante» y su vestimenta estaba decorada con todas las piedras preciosas imaginables, de acuerdo al especialista en estudios bíblicos David Jeremiah. Era un ser brillante en todos los sentidos. Hasta que desarrolló un vicio fatal.
La caída de Lucifer
Hasta que su orgullo lo perdió. Lucifer comenzó a sentirse tan impresionado por su brillo que comenzó a desear la gloria que solo podía pertenecer a Dios.
En su libre albedrío, Lucifer eligió rebelarse contra su Creador y marcó el comienzo del pecado en la historia del universo. Decidió cambiar su nombre de Lucifer, que significa «estrella de la mañana», por Satán, el «adversario». Su destino es permanecer en un pozo durante los mil años del reinado de Cristo y luego ser arrojado en un lago de fuego.